Columna del Rector: ¿Para qué el Grado 12?


Alejandro Álvarez Gallego
Rector
Universidad Pedagógica Nacional


Columna publicada

Agosto 5 de 2023

¿Para qué el Grado 12?

En el artículo 16 del proyecto de Ley Estatutaria por medio del cual se regula el derecho fundamental a la educación, que en hora buena el gobierno nacional piensa radicar en el Congreso de la República, dice: “El Estado consolidará un sistema de articulación entre la educación media y superior que propenda por el acceso progresivo de los estudiantes a esta última, lo que podrá incluir el grado duodécimo (12º)”. Esta idea ha resultado polémica, aunque no es la primera vez que se habla al respecto. Hemos escuchado a voceros del Ministerio de Educación aclarando que no sería un grado más de bachillerato. ¿Entonces qué es?

Para responder esta pregunta debemos revisar la Ley 115 de 1994; en ella la Educación Media había sido definida en una sección completa (cuarta), con 8 artículos. Lo que allí se dijo no se ha cumplido, como muchos otros aspectos que los gobiernos de turno no quisieron implementar, dada la tendencia regresiva que orientó las políticas educativas desde entonces.

Vamos a detenernos en la Educación Media, porque esta ausencia le ha negado la posibilidad de encontrar alternativas educativas pertinentes a muchos jóvenes.

Lo que se quería era abrirle dos opciones a las y los jóvenes: la media académica y la media técnica. Hasta ese momento la educación técnica había sido ofrecida en los tradicionales colegios técnicos, en los INEM o en los Institutos Técnicos Agropecuarios (ITA). Aunque aún quedan algunos de ellos, la política para la educación técnica se desmontó, en parte porque la reconversión del aparato productivo había cambiado radicalmente el concepto de lo técnico y lo tecnológico. La Ley 115 entonces quiso proponer una alternativa, que se quedó en veremos.
Veamos cómo se definió la Educación Media Técnica:

“ARTÍCULO 32. Educación media técnica. La educación media técnica prepara a los estudiantes para el desempeño laboral en uno de los sectores de la producción y de los servicios, y para la continuación en la educación superior. Estará dirigida a la formación calificada en especialidades tales como: agropecuaria, comercio, finanzas, administración, ecología, medio ambiente, industria, informática, minería, salud, recreación, turismo, deporte y las demás que requiera el sector productivo y de servicios. Debe incorporar, en su formación teórica y práctica, lo más avanzado de la ciencia y de la técnica, para que el estudiante esté en capacidad de adaptarse a las nuevas tecnologías y al avance de la ciencia. Las especialidades que ofrezcan los distintos establecimientos educativos, deben corresponder a las necesidades regionales. PARÁGRAFO. Para la creación de instituciones de educación media técnica o para la incorporación de otras y para la oferta de programas, se deberá tener una infraestructura adecuada, el personal docente especializado y establecer una coordinación con el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA u otras instituciones de capacitación laboral o del sector productivo.”

Este artículo tiene plena vigencia y quizás sea este el momento de cumplirlo. Pero si va a ser así, no es descabellado pensar en un grado más, no para el bachillerato académico, pero sí para el técnico, pues de esa manera la articulación con la educación superior podría ser mucho más fácil, si se lograra en la reforma a la Ley 30 establecer que las Instituciones de Educación Superior se comprometan a ofrecerle un acompañamiento curricular y pedagógico a estas instituciones para que quienes deseen continuar, lo puedan hacer sin obstáculos. Pero, además, tener tres grados de formación técnica permitiría habilitarles para el trabajo; sería una salida temprana, pero cualificada, al mercado laboral, lo cual es una necesidad que la juventud pide a gritos.

Esta propuesta requiere una readecuación institucional importante, que pasa por infraestructura, formación y nombramiento del profesorado idóneo, diseños curriculares, laboratorios y talleres.

Algunas estadísticas hablan por sí solas de esta urgencia. Según el DANE (Encuesta Nacional de Calidad de Vida 2018),

  • De los bachilleres graduados se quedaron sin ingresar a la educación superior el 46.06%, que equivalía en ese momento a 1.929.693 que no entraron a la educación superior, aunque para 2020 el MEN reportaba que se quedaba por fuera del 60%.
  • La deserción en la educación media oscilaba, en los departamentos de la periferia, entre el 5% y el 12%, y en los demás entre 1% y 5%.
  • Casi el 10% de los estudiantes abandonan el colegio entre los grados 9º y 11º.

Es decir, la oferta educativa que le estamos haciendo a los jóvenes entre 15 y 18 años no es pertinente, no les motiva o no ven en ella un camino para construir un proyecto de vida, económico, pero también con sentido para las regiones y para sus culturas.

La misma encuesta del DANE nos da pistas al respecto; aproximando los datos tenemos que:

  • El 30 % de los hombres y el 15 % de las mujeres abandona porque no le gusta o no le interesa el estudio;
  • El 28 % de los hombres y el 8 % de las mujeres, porque necesitan trabajar;
  • El 30 % de las mujeres y el 1 % de los hombres, porque deben encargarse de las labores del hogar;
  • El 15% de hombres y mujeres, por falta de dinero y costos educativos;
  • El 10 % de las mujeres, por embarazo.

Si no cambiamos esta realidad, no vamos a poder cumplir las metas que tiene el Plan Nacional de Desarrollo “Colombia, una potencia mundial de la vida”. Pensar en crear la educación media técnica, con un grado más, es una alternativa, aunque nos cueste.

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