Más allá de los quinientos mil cupos


Alejandro Álvarez Gallego
Rector
Universidad Pedagógica Nacional


Columna publicadaFebrero 4 de 2023

 

Más allá de los quinientos mil cupos

El pasado jueves, 26 de enero, los rectores de las 34 universidades públicas del país nos reunimos con el Señor presidente de la República, Dr. Gustavo Petro, y el Señor ministro de educación, Alejandro Gaviria. Como lo señalé en ese momento, esperamos que dicha reunión sea expresión de un momento de inflexión en la manera como el Estado se ha relacionado con sus universidades durante los últimos 30 años, de manera que se asuma, de una vez por todas, como un derecho.

La conversación se centró fundamentalmente en el tema de cobertura y presupuesto y los medios de comunicación han difundido la noticia, haciendo énfasis en los 500 mil cupos nuevos con los que este Gobierno se ha propuesto ampliar la cobertura, y el aporte que haríamos las Universidades públicas para cumplir con dicha meta. Tuve la oportunidad de señalar allí algunos asuntos que considero importantes para profundizar en el debate acerca de los desafíos que tenemos como Sistema Universitario Estatal – SUE, más allá de esas dos tareas.

En primer lugar, el tema de la pertinencia. No es posible seguir pensando que podemos crecer, sin preguntarnos por el tipo de programas que estamos ofreciendo a los y las jóvenes de este país. Creemos que es el momento para revisar los contenidos curriculares, así como generar la discusión sobre los nuevos programas que requiere el país y desean las juventudes.

En general, seguimos creyendo que las instituciones de educación superior fundamentalmente forman técnicos, tecnólogos y profesionales, pero poco nos preguntamos por el conocimiento que utilizamos para soportar dicha formación. ¿De dónde lo obtenemos?, ¿lo producimos nosotros?, ¿cómo dialogamos con el conocimiento global?, ¿cómo nos relacionamos con los grandes centros de pensamiento del mundo? Esto tiene que ver con los recursos disponibles, pero no es solo un asunto económico, debemos tener una oferta pertinente de programas para aportar a la nación lo que ella requiere para su desarrollo productivo, equitativo, justo y en paz. Es decir que, además de llegar a las regiones más apartadas para darle oportunidad de acceder a la educación superior a cerca de un millón trescientos mil jóvenes que se quedan por fuera del sistema; resolver el problema logístico, de infraestructura, presupuestal, de profesores y de organización del sistema, debemos atender con mucha responsabilidad la pertinencia de lo que vamos a hacer con estos jóvenes y la forma como vamos a producir y apropiar el conocimiento pertinente para la realidad compleja y difícil que se vive en este país diverso.

Esto nos va a platear varios retos que dejamos acá esbozados:

    • Revisar la política de ciencia, tecnología e innovación (Ley 1286 de 2009), que tiene una lógica de mercado, ligada casi exclusivamente a las necesidades provenientes del aparato productivo. Dicha política debe atender también las tradiciones académicas en las diferentes áreas del conocimiento, y debe ser más plural y más cercana a los saberes mestizos que nos caracterizan como nación.
    • Revisar la forma como se estimula y fomenta la creación de comunidades académicas para trascender la métrica con la que se clasifican las revistas científicas. No podemos seguir con ese sistema de estímulos que lleva a la más absurda carrera por acumular puntos para mejorar salarios, sin reconocer los múltiples formatos en los que puede circular el pensamiento diverso.
    • Revisar la forma como el Estado cumple su función constitucional de inspección y vigilancia de la educación superior (Sistema de Aseguramiento de la Calidad), superando la lógica de la regulación, para volver a su función de fomentar la excelencia y garantizar el derecho a la educación de todos los colombianos. Necesitamos mejores condiciones para ejercer con creatividad la autonomía que tenemos como Sistema de Educación Superior.
    • Reformar la Ley 30 de 1992, por la cual se reglamenta el servicio público de la educación superior, de manera que se reorganice la arquitectura institucional en todos sus sentidos, empezando por la forma como se financian las instituciones oficiales.
    • Con esta reforma se debe buscar, entre otros asuntos, invertir la pirámide que hoy tenemos en relación con el porcentaje de estudiantes, universitarios 67% y técnicos o tecnólogos 33%; de igual manera la proporción de instituciones del sector público y el privado, universidades: 33 oficiales y 55 privadas, instituciones universitarias o escuelas tecnológicas: 19 oficiales y 102 privadas, Institutos tecnológicos: 4 oficiales y 36 privados e instituciones técnico profesionales: 9 oficiales y 21 privadas. Esto significa que el Estado les ha dejado a los particulares la tarea de formar técnicos y tecnólogos, y además ha despreciado dicha formación, privilegiando la oferta de carreras profesionales, como si la técnica y la tecnológica tuvieran menos valor en la escala de la formación humana.

El presidente Petro planteó en la reunión otra serie de preguntas que también nos llaman a reflexionar: ¿Quién forma a los soldados de las Fuerzas Armadas?, ¿cómo podemos establecer una relación orgánica entre la educación superior y el SENA?, ¿cómo vamos a articular de una vez por todas la educación media con la educación superior?, ¿cómo vamos a llegar con pertinencia a las familias más necesitadas, en particular a las madres jóvenes, para romper el círculo de la pobreza?, ¿cómo llegar a las regiones de todo el país y dispersar la absurda concentración de la educación superior en las grandes capitales?. Para ello, ¿cómo pensar con audacia el uso racional de la infraestructura instalada?, ¿cómo trabajar de manera articulada en favor de un esquema colaborativo?, ¿cómo alejar el clientelismo de los gobiernos universitarios?, ¿con qué nuevos profesores vamos a contar para todo esto?, ¿cómo unirnos a las líneas estratégicas del nuevo Plan de Desarrollo, en particular a la transición energética, la equidad de género, la interculturalidad y la paz total?

Es el momento de pensar en serio una reforma de fondo al Sistema de la Educación Superior.

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